Los fangos termales o peloides más usados se preparan con las arcillas y sedimentos. La mezcla debe sufrir un proceso de maduración y eutermización, pero actualmente se admite la denominación de peloides extemporáneos.
El proceso de maduración puede durar entre 3 y 20 meses, originando cambios importantes en las propiedades técnicas de las arcillas, como consecuencia de la profunda interacción entre las distintas fases implicadas y la actividad biológica desarrollada por distintos microorganismos y sus productos metabólicos. La elección del material y condiciones adecuadas debe tener claramente en cuenta factores tales como composición mineral, quimismo, pH, textura, granulometría, composición microbiológica y materia orgánica. Conviene señalar la importancia del control de la presencia de determinados elementos traza potencialmente tóxicos y de su movilidad durante el proceso de maduración, como As, Sc, Tl, Pb, Cd, Cu, Zn, Hg, Se y Sb, con objeto de evitar posibles intoxicaciones durante el tratamiento.
Se considera que este largo proceso de maduración es necesario para que se produzcan los fenómenos físicos, químicos y biológicos oportunos para que la mezcla de sus componentes (minerales, orgánicos y celulares) adquiera las condiciones y características propias de los peloides. Este concepto ha cambiado en los últimos años al lograrse forzar la maduración, consiguiéndose un peloide madurado en mucho menos tiempo. Tal es el caso de los peloides del balneario de Dax (Francia) que ha conseguido reducir el tiempo de maduración a dos semanas.
Según su modo de preparación se pueden agrupar en:
El proceso de maduración en los fangos y las turbas es similar, generalmente en piscinas o tanques, pero en los limos y biogleas se trata más de un proceso de recolección, amasamiento y homogenización; de la misma manera se realiza con los sapropellis y gyttya.